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Salmo 91: la oración más poderosa de protección

    salmo

    Hoy os quiero hablar sobre el poder extraordinario de los salmos. Por ello, es muy importante utilizar dicho poder con mucha sabiduría. Haz tu petición y procura que sea justa porque los salmos invierten su poder contra aquel que no ha obrado correctamente. Es por ello que debes estar seguro de que tu petición es correcta y sin perjudicar a nadie.

    Salmo 91: oración de protección

    El salmo es un cántico espiritual que usualmente es usado por hebreos y cristianos para alabar a dios,  pero la gran espiritualidad y poder del salmo lo ha hecho muy popular entre personas de otras religiones.
    En la religión hebrea y cristiana se dice que fueron el rey David, Asaf  y los hijos de Core, quienes recopilaron y elaboraron varios de los salmos. Entre otros, también los escribieron Jedutun, Moisés, Masquil y Salomón.
    El salmo 91 es una oración sagrada y poderosa que se usa para proteger a las personas. Normalmente se reza en la noche, protege durante toda la noche y el día siguiente. Se puede repetir cada noche hasta alcanzar resolver cualquier problema. Puedes prender incienso para acompañar el momento en que dices la oración.
    Es aconsejable utilizar ropa suelta, hacerlo en un lugar tranquilo y no debes interrumpir su lectura.

    Salmo 91

    Tú que habitas al amparo del altísimo
    y resides a la sombra del Omnipotente,
    dile al señor: mi amparo, mi refugio,
    mi Dios, en quien yo pongo mi confianza.
    Él te librará del lazo del cazador y del azote
    de la desgracia; te cubrirá con sus plumas
    y hallarás bajo sus alas un refugio.
    No temerás los miedos de la noche
    ni la flecha disparada de día, ni la peste
    que avanza en las tinieblas, ni la plaga que
    azota a pleno sol.
    Aunque caigan mil hombres a tu lado
    y diez mil a tu derecha, tú estarás fuera
    de peligro:su lealtad  será tu escudo y armadura.
    Basta que mires con tus ojos y veras como
    se le paga al impío. Pero tú dices: “mi amparo es el
    Señor”; tú has hecho del altísimo tu asilo.
    La desgracia no te alcanzará ni la plaga se acercará
    a tu tienda; pues a los ángeles les ha ordenado que
    te escolten en todos tus caminos.
    En sus manos te habrán de sostener para que no
    tropiece tu pie en alguna piedra; andarás sobre
    víboras y leones y pisarás cachorros y dragones.
    Pues a mí se acogió lo libraré, lo protegeré, pues
    mi nombre conoció. Si me invoca, yo le responderé,
    lo salvaré, le rendiré honores. Alargaré sus días
    como lo desea y haré que pueda ver mi salvación.