La aparición de la Virgen María en Fátima, Portugal en 1917 es uno de los eventos Marianos más famosos de la historia. La Virgen se apareció a tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta, y les entregó tres secretos proféticos sobre eventos futuros.
El tercer secreto de Fátima ha sido motivo de gran especulación durante décadas. Si bien la primera parte se dio a conocer en 1942, la totalidad del mensaje permaneció en secreto hasta el año 2000, cuando finalmente fue revelado por el Vaticano.
Sin embargo, antes de su muerte en 2005, la última visionaria con vida, sor Lucía, compartió detalles exclusivos sobre el contenido del tercer secreto con el sacerdote Agustín Fuentes. Sus palabras, que se han difundido ampliamente, advierten sobre un sombrío futuro para la humanidad si no se cumplen los pedidos de la Virgen.
Las inquietantes revelaciones de sor Lucía sobre el castigo divino
Según el testimonio del padre Fuentes, sor Lucía le confesó que la Virgen estaba muy triste porque sus pedidos de conversión no estaban siendo escuchados. Tanto los buenos como los malos ignoraban sus mensajes y advertencias.
La vidente enfatizó que un terrible castigo venidero se cernía sobre la humanidad:
El castigo del cielo es inminente. El año 1960 está cerca y lo que sucederá será muy triste para todos y lejos de algo feliz si el mundo no reza y no se arrepiente antes de entonces. (Lucía)
Sor Lucía también mencionó que la Virgen le había revelado que muchas naciones desaparecerían de la faz de la tierra y que Rusia sería el instrumento de castigo elegido por Dios. La conversión de Rusia era clave para evitar la catástrofe.
La batalla decisiva entre Dios y Satanás
Otro elemento central del mensaje de Lucía fue que se estaba librando una batalla decisiva entre Dios y Satanás. Para la vidente, el demonio buscaba especialmente la caída y condenación de las almas consagradas, para debilitar a la Iglesia.
Él (Satanás) está librando una batalla decisiva contra la Virgen. (…) Lo que más ofende a Dios es conquistar las almas consagradas a Dios, dejando desprotegido el campo de los laicos y permitiendo que él los atrape más fácilmente. (Lucía)
La necesidad urgente de conversión personal
Ante este sombrío panorama, Lucía instó al padre Fuentes y a todos los católicos a comenzar la penitencia espiritual y a luchar por la propia salvación y la de los demás:
Cada uno de nosotros debe comenzar a hacer penitencia espiritualmente (…). Cada uno de nosotros debe salvar no solo su propia alma sino también todas las almas que Dios ha puesto en nuestro camino. (Lucía)
La vidente enfatizó que ya no se podía esperar una llamada oficial a la conversión desde Roma o las diócesis. La responsabilidad recaía sobre cada creyente.
Los últimos remedios: El rosario y la devoción al Corazón Inmaculado
Finalmente, Lucía señaló que los últimos remedios dados por el cielo a la humanidad eran el rezo del rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María.
Siendo los últimos remedios significa que no habrá otros. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos. (Lucía)
Con su mensaje, sor Lucía transmitió la urgencia de prepararse espiritualmente ante los desafíos del futuro. Sus palabras, que resuenan fuertemente en nuestros días, son un llamado a la conversión y a aferrarnos confiadamente a los poderosos recursos espirituales provistos por la Madre de Dios.