La presencia de los ángeles en la Biblia es frecuentemente mencionada, sobre todo en el Antiguo Testamento, donde juegan un papel relevante en la vida de destacados personajes como Abraham, Jacob y Moisés. Sin embargo, entre todos los seres celestiales, los ofanines representan un misterio intrigante y fascinante.
Los ofanines, seres angelicales aún más enigmáticos que los demás, se distinguen por su presencia singular en los relatos bíblicos. Aunque su mención no es tan frecuente como la de otros ángeles, su misteriosa aparición deja una profunda huella en aquellos que estudian y exploran las Sagradas Escrituras.
La Biblia no deja de sorprender con sus narraciones que nos conectan con seres celestiales como los ofanines. Su papel trascendental en la vida de personajes bíblicos de gran importancia nos brinda una visión más amplia y enriquecedora de la espiritualidad y la relación entre el mundo terrenal y el divino.
¿Qué son los ofanines?
El término “ofán” en hebreo antiguo significa “ruedas”. En singular se le llama “ofán”. Las ruedas son mencionadas varias veces en el Antiguo Testamento y pueden referirse a ruedas normales de un carro o de un carro de guerra.
Pero las ruedas de particular interés son las del trono de Dios, descritas en la visión del profeta Ezequiel (Ezequiel 1). En esta visión, Dios abrió los cielos ante Ezequiel para comenzar su ministerio profético.
Ezequiel observó una nube oscura y amenazante, con relámpagos y fuego, que se acercaba desde el norte. Dentro de la nube había cuatro seres luminosos y brillantes. Aunque tenían apariencia humana, no eran humanos.
Los querubines y su relación con los ofanines
Cada uno de estos seres tenía cuatro caras: una humana, una de león, una de buey y una de águila. En Ezequiel 10 se identifican como querubines, seres celestiales creados por Dios.
Cada querubín representaba inteligencia, fuerza, servicio y elevación. Tenían alas y estaban dispuestos a ir adonde el Espíritu los guiara, demostrando la omnipresencia de Dios.
Aquí es donde entran los ofanines. Las ruedas estaban junto a los querubines y podían moverse en cualquier dirección sin necesidad de girar. Representaban la omnisciencia de Dios.
Un carro celestial impresionante
La visión da la impresión de un magnífico carro con cuatro ruedas que lleva el trono de Dios. Transmite movimiento continuo y actividad, pero sin caos ni desorden.
Sobre las cabezas de los querubines había algo similar a un firmamento, un impresionante brillo como de cristal. Debajo de este firmamento sus alas se extendían rectas.
Ezequiel también escuchó el sonido de sus alas, como el estruendo de muchas aguas y el ruido de un ejército. Cuando se detenían, bajaban sus alas. Desde arriba se escuchaba la voz de Dios.
El mensaje para Ezequiel y los creyentes
Esta visión transmitía el mensaje del poder de Dios, reconfortando a Ezequiel y asegurándole que estaba en control. Era un recordatorio para épocas desafiantes en su ministerio.
De manera similar, los creyentes podemos encontrar consuelo en la grandeza de Dios, quien está con nosotros y lo conoce todo. Nos ha dado su Espíritu Santo como ayuda.
Aunque visualizar lo que vio Ezequiel puede ser difícil, la descripción se asemeja a la visión de Juan en Apocalipsis 4:6. Los ofanines muestran que Dios es omnipresente y omnisciente.
Son un recordatorio de que Dios está en todas partes y todo lo conoce. Los ángeles, incluidos los ofanines, atribuyen gloria a Dios y transmiten su mensaje. Ante la gloria del Cordero celestial, toda potestad se inclina en adoración.
Conclusión: El importante papel de los ángeles
En conclusión, los ángeles como los ofanines son seres espirituales creados por Dios para llevar a cabo sus propósitos y asistir a los creyentes. Desempeñan un rol relevante en todas las épocas, siendo parte del plan divino.