En aquel pequeño pueblo portugués de Aljustrel nacieron tres niños que cambiarían la historia del mundo. El primero de ellos, Lucia dos Santos, venía al mundo en 1907 en una familia humilde de pastores. Desde pequeña demostró una gran devoción por la Virgen María, que se fortaleció aún más cuando a los seis años de edad hizo su primera comunión y recibió su primera caricia de la Madre Santísima.
Pero la vida de Lucia no fue fácil. Con tan solo nueve años, su vida dio un vuelco cuando ella y sus primos Jacinta y Francisco comenzaron a tener visiones sobrenaturales de la Virgen María. Las apariciones y los mensajes que recibieron de la Virgen María, así como del ángel de la Paz, fueron motivo de incomprensión y sufrimiento para la pequeña vidente.

Su propia madre, María Rosa Ferreira, la tachó de mentirosa y embustera y llegó incluso a golpearla para intentar corregirla. Pero la devoción y la fe de Lucia eran más fuertes, y a pesar de los momentos de duda y miedo, siempre se mantuvo fiel a los mandatos de la Virgen.
La Virgen le reveló que sus primos morirían pronto, pero que ella debía quedarse en la tierra. Esa carga emocional era difícil de llevar para una niña tan joven, pero la Virgen siempre estuvo presente en su vida y le prometió que nunca estaría sola.

Una vez terminadas las apariciones, Lucia quiso cumplir con el mandato de la Virgen y comenzó a asistir a la escuela para poder aprender a leer. Su gran inteligencia y memoria le permitieron aprender rápidamente las primeras letras. Pero su fama de vidente la perseguía y el obispo de Leiria buscó que dispusiera de una buena educación.
Así fue como Lucia ingresó en el Colegio de las Hermanas de Santa Dorotea. Allí la vida intensa de piedad la llevó a plantearse su vocación. Con 18 años inició el noviciado como Carmelita en Tuy, y dos años después profesó como religiosa.
A lo largo de su vida, Lucia recibió muchas apariciones de la Virgen y se convirtió en un ejemplo de fe y devoción para muchas personas en todo el mundo. Hoy, en su memoria, recordamos su historia y su mensaje de amor y paz.
Las predicciones de los niños de Fátima son una historia que ha conmovido al mundo entero. Tres niños, Lucía, Francisco y Jacinta, afirmaron haber recibido mensajes de la Virgen María en 1917 en Fátima, Portugal. Estas apariciones han sido objeto de estudio y controversia durante más de un siglo, pero sus predicciones siguen siendo tan impactantes y conmovedoras como el día en que fueron reveladas.


La primera predicción de los niños de Fátima fue que la Primera Guerra Mundial terminaría pronto, pero que habría una segunda guerra aún más devastadora si la humanidad no se arrepentía de sus pecados y se volvía a Dios. Desafortunadamente, esta predicción se cumplió trágicamente con la Segunda Guerra Mundial y los horrores que la acompañaron.
La segunda predicción fue aún más inquietante. Los niños afirmaron que si la humanidad no se arrepentía, habría una gran persecución de la Iglesia y que el Papa sufriría mucho. Esta predicción también se cumplió con la persecución de la Iglesia durante el régimen comunista en la Unión Soviética y los países del bloque del Este.



La tercera y última predicción de los niños de Fátima fue la más misteriosa y enigmática. Dijeron que habría un gran signo en el cielo que presagiaría un gran castigo para la humanidad. Esta predicción ha sido objeto de mucha especulación, y algunos creen que se refiere al intento de asesinato del Papa Juan Pablo II en 1981.
En resumen, las predicciones de los niños de Fátima son un recordatorio aterrador de la fragilidad de la humanidad y la necesidad de arrepentirse y volver a Dios. Aunque estas predicciones pueden parecer sombrías, también nos recuerdan la importancia de la fe y la esperanza, y nos ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia vida y nuestro propio papel en el mundo.

